El ego en el poker: un arma de doble filo.

Un hecho que suele darse bastante en los jugadores de póker y que a ratos le juega en contra.

Por desgracia en el póker hay una palabra que se pasea por muchas salas y mesas: el ego.  Esta especie de orgullo, comienza a ver cada vez más  en jugadores que comienzan a obtener ganancias y en algunas ocasiones no pasa a ser muy favorable.

El incremento del ego propio de cada persona tiene como efecto secundario infravalorar las capacidades de nuestros adversarios, muy en especial si jugamos en un entorno en que suele haber bastantes jugadores recreacionales.

El ego como arma de doble filo

Como en todas cosas de la vida el ego nos puede favorecer, pero también  llevarnos por un mal camino, comenzando por  distorsionar los rangos de nuestros adversarios, y de paso mermando nuestra capacidad analítica significativamente. ¿Qué vamos a tender a pensar sobre un rival al que subestimamos cuando tengamos que intentar atribuirle un determinado rango? Pues acciones inadecuadas, actuando siempre a nuestra merced.

Ser objetivo

Es cierto, que en póker, hay rivales débiles en cuanto a que todavía no tienen firmemente asentados determinados principios del juego y que eso nos da ventaja sobre ellos. Pero esto no quita, que debamos atribuirles la capacidad de pensamiento de un tejón. Realmente, cuanto más objetivos seamos en el tratamiento de la información, mejor.

Es adecuado que seamos capaces dejar de lado nuestro ego cuando jugamos al póker. El objetivo principal  es ganar dinero (en la mayoría de los casos) y no el de nutrirnos el ego. Si queremos ser lo más eficientes posibles en tal tarea, debemos tener en cuenta que tenemos que ser lo más rigurosos a la hora de hacer un tratamiento adecuado de la información. Y, para ello, debemos de dejar de lado nuestros aires de grandeza.

Finalmente, lo que se trata de decir sobre este deporte mental, es que mientras tengas claro tus objetivos y sepa cuánto vales en una mesa y mires a tus rivales lo más objetivo posible, vas a lograr avanzar y ser un profesional.

El ego en el poker: un arma de doble filo.
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