Estados Unidos es un país de extravagancias, entre muchas otras cosas. Y en su mediatizado mundo del deporte profesional, la mayor extravagancia de los últimos años la ha protagonizado este extraño fenómeno bautizado como las Series Mundiales de Poker. Robando la denominación de origen de las Finales de las Grandes Ligas del béisbol, este nuevo "deporte" ha irrumpido con fuerza en la escena nacional, hasta llegar a copar espacios de privilegio en la poderosa cadena deportiva ESPN, que prácticamente monopoliza la información deportiva del país. Con horas y horas de retransmisiones y programas especiales, el juego de naipes por definición atrae cada día a millones de telespectadores que siguen religiosamente las evoluciones de sus nuevos héroes.

Tal ha sido la afición, que el canal latino ESPN Deportes no ha tardado en estrenar su propia versión – y con notable éxito, agréguese – del juego de mesa preferido por los latinoamericanos: el dominó. El fenómeno de este nuevo pasatiempo convertido en deporte, iniciado con el cambio de milenio, mueve en la actualidad millones de dólares gracias, en parte, a que sus seguidores ejercen también a menudo de jugadores, ya sea en la intimidad o en círculos más amplios en los grandes torneos que se propagaban como setas, de allí nuevas modalidades como el poker extremo que practican en Australia, que es otro país que posee una desaforada adicción por el juego.  

La entrada en escena del poker combina los elementos que más gustan al  target de ESPN: hombre de mediana edad, amplio bolsillo, tiempo libre y disponibilidad para jugar y viajar. No hay que menospreciar el factor sorpresa, como elemento añadido de fascinación. La posibilidad de competir en serio con profesionales es algo que sólo proporciona el poker, donde la suerte – aunque no es esencial – es un factor innegablemente importante en un torneo. Y esa tensión añadida se palpa en los grandes torneos, donde el semidesconocido llega siempre con la esperanza real de tumbar al campeón y llevarse a casa un pote extraordinario. En base a ello, las Series Mundiales de 2005 acogieron a 5.600 participantes que se disputaron un pote de US$56 millones durante 24 horas consecutivas.

La imparable popularidad del juego convertido en espectáculo ha transformado en celebridades a jugadores como Mike McD, Johnny Chan o Chris Moneymaker. Los tres son ahora superestrellas de un deporte que se ha convertido en una industria multi-millonaria y ejercen acordemente como mini corporaciones individuales con su propia mercadotecnia, a razón de 300 dólares el retrato al óleo de Chan, por ejemplo; o los consejos de Moneymaker, esa leyenda viviente que imitó la película “Rounders”.
Gamour y ‘deporte’

Enfundados en gafas de sol y gorras de béisbol, los nuevos mitos colaboran al encanto del nuevo fenómeno televisivo, junto con la irrupción en pantalla de celebridades como Ben Affleck, Tobey McGuire o James Woods; todos nuevos adeptos y participantes en los torneos de Celebrity Poker.

Los propios productores de ESPN se han mostrado sorprendidos por el éxito de un producto que tiene la ventaja de poder retransmitirse meses después de la competencia real y repetir una y otra vez sin que el público se canse. Y es comparativamente mucho más barato que las Series Mundiales del béisbol o los Playoffs de la NBA, tanto en cuanto a producción como en el acuerdo por el contrato televisivo.

Existen, obviamente, detractores de lo que no deja de ser una nueva práctica para apostar dinero, uno de los pasatiempos favoritos de los estadounidenses, que no andan precisamente escasos de oportunidades pare ello con sus deportes profesionales; y con el peligro que todo ello conlleva. Pero la bola ya ha empezado a rodar, con las cartas sobre la mesa.

Fuente: AsoPoker.com