Queremos compartir un blog escrito por la jugadora española Leo Marget, quien habla un interesante tema que puede también estarte pasando a ti, el autosabotaje.

“Llevas unos cuantos años jugando al póker, tanto en línea como en vivo. Has tenido tu dosis razonable de resultados a pesar de que no juegas con demasiada frecuencia. Crees que no se te da mal del todo, pero sientes que de manera consistente hay momentos en los que se te va la olla y haces jugadas erróneas impulsivamente. Es como si el cerebro desconectara y fueras un espectador de un accidente de tren. Juegas manos que no toca y pagas en spots totalmente inapropiados, aun siendo consciente de cómo de nefasta es la jugada. Sin embargo, es como si no tuvieras control, como si te estuvieras saboteando a ti mismo… ¿Te suena?

Te has propuesto jugar más manos, revisar dudas después de cada sesión, así como trastear con Pio Solver al menos dos días a la semana. A su vez, tienes clarísimo que tienes que empezar a ser más activo, ir al gimnasio o salir correr al menos 4 días por semana. También quieres mejorar tus hábitos alimentarios, es decir, comer menos basura y cortarte un poco los días que sales, ¿por qué acabar del revés si con 3 copas ya vas taja… ¡No hace falta sufrir la amnesia de cada viernes! ¿Y ahora?

Leo Lloret

En las dos escenas que he descrito lo tienes clarísimo, pero por alguna razón acabas haciendo algo bien distinto. Y muchas veces te dices a ti mismo: “¡No sé por qué me autosaboteo!”. ¿Pero realmente te estás autosaboteando? El término autosabotaje suena super atractivo y se habla mucho por ahí, en blogs de autoayuda y esas cosas, pero en realidad el autosabotaje como tal no existe. En ese momento en el que dudas si encender o no ese pitillo, si pedir la parrillada de verduras o la pizza; si abrir el Pio Solver o mirar Instagram…, tu cerebro toma la decisión a conciencia. No se equivoca, no es un autosabotaje: es una decisión basada en cómo tú te representas a ti mismo ese momento. ¿¿Perdona?? Sé que te parecerá rara esta afirmación, así que para poder analizarla voy a profundizar muy resumidamente el funcionamiento de nuestra computadora central.

Conociendo nuestro cerebro

Leo Dublin

Lo primero de todo es saber que aunque el funcionamiento del cerebro parece complejo en realidad se basa en un único objetivo: sobrevivir. Bajo esta premisa los dos mecanismos que motivan a nuestro cerebro son: acercarse al placer y alejarse del dolor. Para acercarse al placer el cerebro usa un sistema de recompensas. Por ejemplo, si has tenido un día de mierda tu cerebro te hará ir en busca de algún tipo de premio para que te sientas mejor. Dependiendo de tus representaciones mentales un premio significará una cosa u otras. Para alguien un premio puede ser irse de compras, para otro leer tranquilamente dos horitas, mientras que para otro sería comerse una tarta de queso como postre. Por otra parte, tu mente también intenta constantemente alejarte de cualquier sensación dolorosa o negativa. Si para ti comer verduras o estudiar es un coñazo y lo ves como un castigo, tu cerebro tenderá a evitar esa conducta. Realmente, aunque no sea una situación de vida o muerte, éste entiende que algo que te produce una sensación chunga no es bueno para ti, para tu supervivencia, pues el cerebro no sabe diferenciar de una amenaza real o imaginaria, y por lo tanto te ahuyenta de eso.

Mensana in corpore sano

Pues que la clave no consiste en intentar luchar contra tu cerebro (a largo plazo vas drawing-dead), sino en ser consciente sin autoengañarte de cómo y cuáles son tus representaciones mentales. Si dentro de ti sientes que hacer deporte es un castigo, si te parece una tortura trastear con los Solvers, si una vida sin alcohol o comida basura te parece sosa…, ¡deja de luchar por objetivos que no están alineados con tu forma de ver la vida en estos momentos y empieza por trabajar tus creencias!

Personalmente, creo que la razón por la que llevo toda la vida entrenando y comiendo bien (gozándolo) es porque para mí son actividades placenteras. No tengo que luchar contra mis representaciones mentales y no siento que soy una super héroe cada vez que pido sardinas con ensalada o cuando salgo a entrenar cada mañana. Hacerlo, lejos de ser un castigo, es un gran placer. ¡Imagina la de energía que me ahorro por no tener esta (inconsciente) lucha interna! Ahora bien, la historia cambia cuando se trata de estudiar el naipe. ¡Ahí siempre he procrastinado más! Y sí, cuando durante dos semanas lograba una rutina en este aspecto me sentía genial pero agotada, porque haber conseguido mi objetivo me había costado una gran energía “peleando con mi cerebro”.  Por otro lado, desde que sé cómo funciona nuestro cerebro y sus estímulos, me he aplicado el cuento. No voy a decir que ahora lo hago encantadísima y que la vida estudiando spots y trasteando con los Solvers es maravillosa (ojalá), pero he mejorado. Y estoy segura de que tomar consciencia de estos procesos mentales me ha ayudado.

Leo y Adri

A veces dudo si este tipo de artículos que me gusta escribir sobre el cerebro pueden resultar algo densos. Al fin y al cabo, sé que soy muy friki de la neurociencia, ¡tanto que me alucina que no sea una asignatura de colegio! Pero es que estoy convencida que, si desde pequeños entendiésemos bien el funcionamiento de nuestro cerebro y lo que le motiva, lograríamos ser unos adultos capaces de tomar decisiones más acertadas.

Ahora que sabes que cuando fallas en un objetivo no es por un mini-yo-cabrón-saboteador, sino por tener una mala estrategia mental, el siguiente paso es cambiarla. Si te apetece en el próximo blog puedo compartir algunas maneras de hacerlo. ¡No te cortes y házmelo saber!”

Fuente: winamax.es